Fiebre

La fiebre es un aumento de la temperatura corporal, medido en forma objetiva, que sobrepasa los 37.8ºC en la región oral o los 38.4ºC en la rectal, acompañado por un estado de quebrantamiento, intranquilidad o estupor.
El aumento de la temperatura corporal es un signo y síntoma de varios tipos de patologías infecciosas y no infecciosas. Puede acompañar brotes de diferentes tipos. Generalmente se acompaña de un aumento de la frecuencia del pulso.
La fiebre puede ser aguda o crónica, continua, remitente, ondulante, periódica y bifásica y a cada uno de estos patrones se asocia generalmente un tipo de patología.
La fiebre puede ceder por crisis y por lisis y esto también constituye un indicio importante de su etiología.
ETIOLOGIA Y PATOGENIA
MECANISMOS DE PRODUCCION
La fiebre se produce por alteraciones de la termorregulación en el hipotálamo donde existe un centro o pequeña agrupación de neuronas termosensitivas cerca al piso del tercer ventrículo. Esta zona del cerebro es la encargada de controlar la temperatura corporal e iniciar la fiebre cuando es estimulada por pirógenos endógenos. Otros mediadores como el AMP cíclico, la prostaglandina E, y la serotonina también pueden ejercer su acción en el hipotálamo.
PATRONES DE LA FIEBRE
Fiebre intermitente: Caracterizada por una amplia oscilación en las cifras de la temperatura.
Fiebre continua: Es aquella con elevaciones moderadas, pero persistentes de la temperatura, con mínimas fluctuaciones.
Fiebre remitente: Es muy similar a la fiebre intermitente excepto porque las fluctuaciones de la temperatura son menos dramáticas sin que ésta retorne a las cifras normales.
Fiebre recurrente: Caracterizada por periodos de fiebre alternantes con periodos afebriles.
Disociación esfigmotérmica (disparidad pulso-temperatura): Se presenta con elevación de temperatura sin incremento en la frecuencia cardiaca.
RESPUESTAS FEBRILES ATENUADAS
A pesar de existir infección, la fiebre algunas veces puede no presentarse. Esto es detectado en recién nacidos severamente enfermos, algunas ocasiones en ancianos y otras en urémicos o en pacientes que reciben corticosteroides.
COMPLICACIONES
La principal y más importante complicación de la fiebre son las convulsiones y en la hiperpirexia el desequilibrio hidroelectrolítico.
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DIAGNOSTICO
El diagnóstico de un síndrome febril debe empezar por definir si se trata de un caso agudo (menos de tres semanas de evolución) o crónico. Luego se debe tratar de definir si la posible causa es infecciosa o no y en caso de pensar en origen infeccioso, se deben tomar las muestras pertinentes para confirmar esta etiología, antes de iniciar la terapia respectiva.
En algunos casos puede ser importante establecer si se trata de "fiebre ficticia" y un método simple de confirmar si el aumento de temperatura es real, consiste en medir la temperatura de una muestra fresca de orina.
En el síndrome febril agudo las causas más frecuentes son infecciosas.
En el síndrome febril crónico (fiebre de origen desconocido, FUO), si bien las infecciones siguen siendo la primera causa etiológica, las neoplasias, colagenosis y enfermedades granulomatosas son causas igualmente importantes.
Los exámenes mínimos que deben practicarse al paciente con síndrome febril son:
Hemoleucograma completo con sedimentación, hemoparásitos, parcial de orina, baciloscopia, coproscopia, examen de LCR, hemocultivos, aspirado de medula ósea y mielocultivos; radiografía de tórax. En algunos casos son necesarias radiografías de abdomen, TAC, resonancia magnética y ecografía.
En aquellos pacientes con adenopatías, un recurso adicional es la resección de una de ellas, para realizar improntas (toques) en lámina portaobjeto, estudios de histopatología y además inoculaciones en animales de laboratorio de macerados del tejido. El xenodiagnóstico (aislamiento en zancudos y otros artrópodos) es de mucha utilidad en varias infecciones (arbovirosis y Chagas, por ejemplo).
TRATAMIENTO
El manejo inicial de los síndromes febriles y la hipertemia debe ser sintomático, mientras se establece la etiología y se instaura un tratamiento específico. Este manejo sintomático debe incluir la aplicación de medios físicos como los baños de agua fría con esponja, las bolsas plásticas con hielo en regiones inguinal y axilar y el baño general con agua tibia.
Las razones que obligan a manejar un cuadro febril pueden resumirse en la presencia de taquicardia en personas con cardiopatías en quienes se puede precipitar una falla cardiaca; en la posibilidad de desencadenar convulsiones febriles especialmente en niños menores de 3 años o en ancianos con peligro de agravamiento de una encefalopatía.
ANTIPIRETICOS
Acido acetilsalicílico: Es el fármaco más frecuentemente usado para disminuir la temperatura. Sin embargo, ocasionalmente puede causar cuadros de hipotermia. Se usan dosis de 500 a 750 mg vía oral en el adulto, cada cuatro-seis horas. La administración dependerá de la evolución de la enfermedad de base.
Acetaminofén: En caso de pacientes alérgicos al ácido acetilsalicílico o que estén anticoagulados o presenten trastornos gástricos, la alternativa es el acetaminofén con dosis que varian entre 325-750 mg por vía oral cada seis horas.
Aines: El más recomendado es el diclofenaco por su actividad bloqueadora de prostaglandinas. Puede utilizarse por vía parenteral y oral cada seis-ocho horas.